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La central de cobre dice adiós para siempre. El progreso digital se desarrolla desenfrenadamente y, consecuentemente, nuevas invenciones reemplazan lo que algún día fue la mayor red de cableado de telefonía fija en nuestro país. El cierre central de cobre en España ya es una realidad imparable que evidencia los potentes progresos de la tecnología, principalmente el de la fibra óptica.
La central de cobre cobró una importancia absoluta durante el desarrollo de las comunicaciones. Durante el siglo XX, el uso del teléfono se extendió progresivamente en cada vez más rincones del planeta.
El cobre fue el material escogido para su desarrollo. La manera de hacer llegar las comunicaciones a todo el mundo ha consistido, durante mucho tiempo, en crear una infraestructura de cables de cobre a lo largo de las distintas poblaciones. De esta manera, la central de cobre fue el ingrediente fundamental para el despliegue de las comunicaciones e, incluso, de la red informática mundial, impulsada en los años noventa.
La central de cobre en nuestro país supuso el apoyo fundamental para el conjunto de la telefonía fija y móvil. Durante todo un siglo, Telefónica ha sido la empresa gestora de todo su desarrollo y expansión por España. Sin embargo, los avances tecnológicos han sido los actores principales en la culminación de un calendario cierre centrales de cobre. España lidera el despliegue de fibra óptica, situándose como tercer país tras Islandia y Bielorrusia.
Telefónica inició sus planes de cierres de centrales de cobre en 2014, teniendo como objetivo finalizarlos de cara a 2025 en todo el país. Debido a la pandemia, en 2020 el cierre de centrales de cobre se redujo en cifras. Sin embargo, este último año, se han desmantelado 509 instalaciones. España se presenta como uno de los primeros países europeos en el cierre de centrales de cobre. Este hecho viene de la mano con ser uno de los primeros territorios en liderar el despliegue de fibra óptica.
La central de cobre queda totalmente obsoleta. En la actualidad, es la fibra óptica la que toma el protagonismo. Se trata de una tecnología con gran capilaridad y poca latencia, que se caracteriza por su rapidez y capacidad. A diferencia de las centrales de cobre, la fibra óptica necesita de muy poca infraestructura.
El cierre de las centrales de cobre no sólo trae ventajas tecnológicas, sino también beneficios medioambientales. El apagón de estas infraestructuras supone una reducción de 355.000 toneladas de CO2 y un ahorro energético de 1.000 GWh. Además, el cierre motiva el reciclaje de 7.140 toneladas de residuos. Cabe añadir que el cierre de cualquier central de cobre supone un ahorro de espacio. La fibra óptica ocupa solamente el 15% de éste.
La transición de la central de cobre es el resultado del impulso de la era digital. Pese a las grandes aportaciones que ha ofrecido en el desarrollo de las comunicaciones, es momento de decirle adiós y dar la bienvenida a las nuevas tecnologías como la fibra óptica.
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feb. 22, 2022